martes, 24 de enero de 2012

ADOPCION Y ABANDONO, LAS DOS CARAS DE UNA MISMA REALIDAD


Javier Jesús Mugica Flores, psicólogo y terapeuta de familia.Responsable del Programa ADOPTIA en ARLOBI, Servicio de Atención Psicosocial deAGINTZARI, S.Coop. de Iniciativa Social. Bilbao, mayo de 2006.

1.- Introducción

Tras más de dos décadas de dedicación a la proteccióninfantil, en las cuáles los últimos 8 años vengo trabajando diariamente en laatención psicológica con familias adoptivas y menores adoptados, lo razonablees afirmar que la adopción es una de las mejores medidas de protección para losniños abandonados. La adopción como medida de protección infantil, permite amiles de niños y niñas encontrar un contexto seguro y estable de desarrollo yde rehabilitación emocional de los daños vividos.

Esta misma experiencia, me lleva también a afirmar queadopción y abandono son dos realidades que van unidas, dos caras de una mismarealidad, y que todos los niños adoptados son niños que han sido abandonados.Este abandono es una  cuestión imposiblede negar. Sin embargo la Cultura de la Adopción de Incógnito y Forzosa (enadelante CAIF), cuyas prácticas aún perduran en nuestra cultura de la adopción,esconde y reprime este abandono, condenando a muchos niños y niñas a laimposibilidad de elaborar y reconducir adecuadamente el sinfín deemociones  de inseguridades, temores,incertidumbres, vacíos, sufrimientos y secuelas...que la conciencia de lacondición adoptiva y el mayor o menor impacto del abandonado vivido genera ensus personas, en su convivencia familiar, en sus procesos educativos y en suvida social.

Este artículo pretende poner el énfasis en esteacontecimiento vital que acompaña a todas las personas adoptadas y que cuantomenos deja una herida existencial, herida que se acrecienta  cuando al abandono se unen historias dedesatención, maltrato, privaciones, e institucionalización. Una de las tareasvitales más básicas de  dichas personases la “reparación del abandono y la reconciliación con la propia condiciónadoptiva”. Sin explicación, contextualización, elaboración, comprensión yrenarración alternativa de los motivos del abandono, los niños y niñas decondición adoptiva no pueden desarrollar una identidad sana. El vacío, eldesconocimiento, la desaparición de información, contactos, relaciones, ypasado o legado..., la negación e invisibilidad del abandono que genera la CAIFen la experiencia adoptiva, genera un sufrimiento y una incertidumbre emocionalque son elementos contrarios al objetivo último de la adopción y a muchosderechos reconocidos a los niños, niñas y adolescentes de condición adoptiva.

A lo largo del artículo se recogen algunas de lasdificultades más relevantes que desde mi experiencia profesional he podidoobservar en el manejo y gestión del abandono por parte de los diferentesprotagonistas de este proceso tan apasionante como complejo, especialmente en elmarco de la CAIF. De manera breve, expondré estas dificultades observadas paralos tres protagonistas fundamentales de proceso: las familias de origen obiológicas, a las que a partir de ahora denominaré familias donantes (comoreconocimiento a su legado en la gestión del abandono y por ser quienescontribuyen a la adopción con sus hijos e hijas), las familias adoptivas y losniños adoptados. Todo ello para concluir en la necesidad de una nueva forma dever, comprender, relatar y hacer la adopción.


Por cuestión de espacio aplazo para otro momento misreflexiones sobre las líneas de intervención psicosocial que considero másapropiadas para trabajar con todos y cada unos de los protagonistas de laadopción. La relevancia del abordaje de la experiencia del abandono en elámbito de la adopción pide esta prioridad.

Las mujeres ofamilias donantes

Las mujeres que han dado a sus hijos o hijas en adopción o alas que se les ha quitado los niños por su incapacidad manifiesta no olvidanjamás a sus hijos e hijas. Se acuerdan constantemente de ellos o ellas, lesechan de menos, el día del cumpleaños de sus hijos sufren su recuerdo yseparación, sienten pálpitos al ver niños, niñas o adolescentes cuyos rasgosles hace pensar que pudieran ser sus hijos, esperan con deseo, temor eincertidumbre que algún día sus hijos e hijas les busquen y temen el día en quepudieran llegar a encontrarse. Sufren el rechazo de la sociedad y de su entornocercano. Se sienten culpables, indignas y merecedoras de castigo y repudio porno satisfacer el ideal de buena madre. Se sienten maltratadas por todo el mundoque participó en su proceso de donación. Muchas son incapaces de superar eltrauma que vivieron por la forma en que fueron tratadas por sus familiares, porsus conocidos, por el personal sanitario y por los diferentes profesionales delos servicios sociales… La vergüenza se apodera de sus vidas y no pocas acabancon trastornos de salud mental.

Las experiencias de sufrimiento que han vivido estas madresdonantes se convierten también en un legado implícito que ensombrece toda laexperiencia adoptiva y genera daños colaterales en las personas adoptadas y enla convivencia y expectativas de la familia adoptiva.

La adopción no solamente incumbe a instituciones, niñosabandonados y adoptantes. La CAIF nos ha hecho pensar que las madres y padresdonantes no tienen ninguna función en el proceso adoptivo, y que son los malosde esta historia. Ha quitado del medio a los donantes, haciendo desaparecer losrecursos valiosísimos de su legado, lastrando la convivencia en el seno de lafamilia adoptiva e impidiendo una adecuada y funcional integración de loselementos constitutivos de la identidad de las personas adoptadas.

Las donantes son las auténticas depositarias del legado delos niños abandonados que luego son adoptables y posibilitan el acceso a unsinfin de informaciones, datos, relaciones y vivencias muy útiles y necesariaspara el proceso de asunción de la condición adoptiva, la superación delabandono y la integración de los elementos constituyentes de la identidad de lapersona adoptada. El legado de los donantes permite la construcción einternalización de narrativas alternativas a las narrativas reduccionistas queaporta la CAIF. Respetando, elaborando e integrando el legado de los donantespodemos elevar la simple e insuficiente “revelación de la condición adoptiva” acategoría de “reparación del abandono y reconciliación con la propia condiciónadoptiva”.


Recuperar o mejor, preservar este legado y hacer partícipe alas donantes en el proceso de la adopción será con el tiempo su derecho y unade las formas de facilitar en el futuro las demandas que las personas adoptadashacen para satisfacer su derecho a saber y a una filiación y daría másoportunidades para posibles contactos entre los adoptados y algunos miembros desu familia de origen, pudiendo así cerrar de alguna manera el ciclo delabandono. Seguro que este es uno de los retos más apasionantes que nos esperana quienes trabajamos en el ámbito de la protección infantil y de la adopción.

Desde esta perspectiva, sería útil la atención a lasnecesidades psicológicas de estas madres y estos padres y sería recomendableprestar apoyo a las madres antes, durante y después del proceso de toma dedecisión, y sería igualmente muy útil acompañarles, escucharles, contener su dolor, su rabia y susemociones,  ayudarles a comprender elalcance y lo que va a significar emocionalmente la adopción para ellas y parasus hijos, protegerles del repudio social y ayudarles a tener un rol activo enel proceso de las maneras que sean posibles. Unas participando en el proceso deselección de la familia adoptiva, otras recibiendo información de la evoluciónde su hijo o hija (respetando la intimidad y confidencialidad de las partes),otras acompañándolas en el proceso de donación de su hijo mediante rituales dedespedida y elaborando ese legado que toda madre y todo padre donante deberíadejar a ese hijo o hija que va a convivir con sus adoptantes. Legado quedebería estar constituido por una carta de despedida, fotos de la familiaextensa y de los donantes, documentos, informes médicos, informes, una historiaelaborada de los motivos de la donación sea forzosa o voluntaria, la voluntad yel consentimiento para contactar y conocerse en el futuro e incluso algúnrecuerdo personal duradero (una medalla, una joyita, una pulsera…). Este legadodebidamente administrado facilitará mucho el trabajo de la familia adoptiva, delos profesionales de apoyo y será la base para la reconciliación con sucondición al niño, niña o adolescente adoptado.

Las familiasadoptivas

Los y las adoptantes también tienen su mochila desufrimiento. La experiencia adoptivapresupone para los adoptantes en muchas ocasiones, una pérdida emocionalimportante por la imposibilidad de tener hijos biológicos propios, impone unareelaboración de deseos, dolorosos procesos de fertilización, la decepción anivel de pareja, la presión de los familiares por una descendencia, decisionesy gestiones administrativas  de todo tipoen torno a la adopción y  vividasmayoritariamente con intensidad y ansiedad, y finalmente el comienzo de esagran ilusión desemboca en una toma de contacto con la realidad del niño y niña,que ha sufrido un abandono,  al quedeberán apegarse y ante el cual deberán bajar su expectativas.

Cuando la mayor parte de los adoptantes comienzan supaternidad o maternidad adoptiva con la ilusión de tener por fin consigo a suhijo o hija, esta ilusión va ser rápidamente contrastada con una realidad queno se podían ni tan siquiera imaginar. La CAIF, rebosante de ideas y creenciasirracionales en torno a la adopción y los niños y niñas adoptables, que prácticamente les había convencido deque el amor puede con todo y de que el amor a su hijo iba a resolver todas lasdificultades, les plantea toda una serie de trampas que van a tener que irdescubriendo poco a poco.

El abandono más que una realidad psicosocial que va aafectar profundamente al niño y va a determinar una convivencia más compleja ydifícil que la convivencia con niños y niñas que no han sufrido abandono,aparece en esta cultura como una condición administrativa que debían desatisfacer los niños y niñas para ser adoptables. Una condición sin dimensionesni significaciones concretas. Una condición que en muchas ocasiones(especialmente en la adopción internacional y en las primeras adopcionesnacionales de los años noventa) no está ni documentada, ni definida, nidescrita más allá de unos pobres informes médicos de una relevancia muyrelativa. Muchos adoptantes recogen a sus hijos e hijas convencidos de que lomejor es no saber nada de las truculencias que precedieron al momento de laadopción y con la fantasía de que la vida de sus hijos e hijas comienza en elmomento de la adopción.

A pesar de que la inmensa mayoría de adoptantes pueden sercalificados como padres y madres competentes y conocedores de los elementosbásicos para la crianza de un hijo o una hija, muy pocos adoptantes han sidoadvertidos de la importancia de los cuidados infantiles durante los primeros añosde vida, como constitutivos de una base segura desde la que poder establecervínculos de apego seguro. Pocos adoptantes conocen en el momento de la adopciónla importancia del apego seguro como organizador psíquico del ser humano y comoprecursor de toda una serie de conductas que van a marcar los ritmos y losmodos de relacionarse, de sentir, de pensar, de aprender y de comprender elmundo, las relaciones y las percepciones. Así, como consecuencia deldesconocimiento de los efectos del abandono en los niños y niñas que adoptan yde las secuelas que dejan las heridas de las vivencias previas de deprivación,negligencia, institucionalización no pueden esperar al niño real que les llega,ni predecir sus comportamientos ni aplicar paliativos a algunas de lasdificultades que presentan los niños.

La CAIF genera expectativas de logro de integración, derelación, de convivencia y de aprendizajes irreales, que no concuerdan con lasposibilidades y recursos del niño abandonado, a menudo herido, que ha sido adoptado.También impide que los adoptantes hagan una buena recopilación de informacionessobre los antecedentes y el legado del niño que adoptan. Esta cultura loconsidera inadecuado y los adoptantes mayoritariamente se lo han creído. Confrecuencia desconocen el pasado de sus hijos y sólo tienen vagas nociones deacontecimientos vitales para comprender el alcance del abandono sufrido por sushijos. Muy pocas familias poseen unlegado de la familia donante, aunque las hay que lo han trabajado y hanalcanzado resultados muy positivos. Esta cultura promueve una resistenciaimportante a entrar en contacto con el legado de las familias donantes de sushijos y la falta de información y los prejuicios crean unas imágenesdistorsionadas de estas, que no ayudan nada en el proceso adoptivo. También mehe encontrado con adoptantes que agradecen a las donantes su gesto y que lejosde repudiarlas y hacerlas desaparecer del espacio simbólico que tienen en lafamilia adoptiva desearían poder contactar y ayudar.

El abandono pasa a ser algo completamente irrelevante yfalto de significado. Muchos adoptantes incluso llegan en su desconocimiento aconnotar positivamente conductas de los niños que reflejan claramente secuelasy síntomas propios de los trastornos de abandono y la deprivación (el desapegopasa a ser autonomía o intrepidez, la sobreadaptación es madurez, lainsensibilidad pasa a ser fortaleza,…).

Las dificultades comportamentales del proceso de integración(Nienstedt y Westermann, 1989) de un niño herido por abandono sonmalinterpretadas con frecuencia por los adoptantes, que llegan a pensar que sushijos son desagradecidos o perversos o incluso que ellos como padres y madresno son suficientemente competentes o capaces y que lo están haciendo todo mal.La familia adoptiva da un salto y sin espacios intermedios pasa de ser objetode alabanza a ser objeto de reproche y a estar bajo sospecha. Para muchosadoptantes es una auténtica cruz ir todos los días al colegio de sus hijos ehijas a recibir el “parte” de quejas de unos profesionales desconcertados.

La CAIF, además de este engaño, viene a añadir un entornohostil para con los adoptantes. El niño abandonado y adoptado que después dehaber vivido deprivaciones significativas, llega con sus comportamientosdisruptivos y regresiones (frutos del abandono sufrido) a los diferentesentornos de la familia adoptiva y que además se puede comportar en losdiferentes contextos de formas muy distintas es considerado por familiares,maestras, profesionales y conocidos como la prueba de que los adoptantes puedenser sospechosos de sobreprotección, incompetencia o trato inadecuado. La pocasolvencia técnica en torno al fenómeno de la adopción por parte deprofesionales y entorno impide ver las necesidades educativas, psicosociales ysanitarias especiales de los niños y niñas víctimas de abandono y adoptados.Sus secuelas se atribuyen erróneamente a una mala educación, a unos estiloseducativos inadecuados por parte de los adoptantes.

Todo ello, es deuna importancia clave en la  preparaciónde las familias adoptivas. Debe tenerse en cuenta que, el modo en que sedesarrolla el itinerario y la transición entre los deseos, y en ocasionesfrustraciones, hacia la realidad de la paternidad y maternidad adoptiva en losadoptantes es tan potencialmente satisfactoria, como complicada y comprometida,y es por añadidura, uno de los factores más determinantes para salir exitososde la experiencia de la adopción. La aceptación del abandono y de las secuelasen sus hijos e hijas y las consecuentes medidas y recursos paliativos estambién otro factor determinante de éxito.

Las familiasadoptivas deben saber y aceptar que los niños y niñas adoptadas, no vienen paraser exclusivamente fuentes de satisfacción parental y mostrar suagradecimiento, vienen a tener una familia, a reparar sus heridas y aintegrarse en ella, partiendo de situaciones muy desventajosas. Las madresadoptivas y los padres adoptivos han de estar muy preparados para asumir losretos de la crianza adoptiva pues ésta será más difícil en muchos aspectos.Muchas familias lamentan no haber recibido una formación previa y unapreparación suficiente.

Donde más dificultades presentan los adoptantes es en lacomunicación con sus hijos e hijas sobre su condición adoptiva, no saben comohacerles partícipes de la escasa información, que casi siempre suelen poseer deterceras personas. Manifiestan unaalta sensibilidad y una atención a la situación de sus hijos pero llegan muydespistados a la adopción y les cuesta una enormidad aceptar el sufrimiento desus hijos e hijas. Esta no aceptación ni legitimación de las emociones de sushijos e hijas en torno a sus vivencias de sufrimiento vinculadas con elabandono es un factor de riesgo importante. 

 Son muchos los adoptantes y las adoptantes quecreen que dañarán a sus hijos si les cuentan aspectos escabrosos de susorígenes o si hablan directamente del abandono. La comunicación en torno a estetema asusta, les asusta, y el miedo de los adoptantes asusta a sus hijos, elsusto de los hijos ante el susto de sus padres confirma a los padres lopeligroso del tema, y en este círculo vicioso la comunicación sobre lacondición adoptiva va empobreciéndose o desapareciendo. Con frecuencia los másosados, que pueden hablar de abandono sin mayores dificultades, se atascan a lahora de confirmar las emociones, experiencias y emociones de los niños o niñasen torno a sus vivencias, fantasías y temores que los ecos del abandonooriginario y la intensa incertidumbre producen a lo largo de sus vidas.

La sola información de la condición adoptiva no es suficiente. El abandono debeser trabajado y elaborado en todas sus dimensiones (secuelas, motivos,identidad, responsabilidad, legado pendiente, reparación…) El trabajo de lacondición adoptiva es un continuo, no es solo una revelación... La revelación es algo ya superadopor la tarea de trabajar la condición adoptiva acorde a la edad y a losdiferentes significados que va a tener el abandono inicial. El trabajo de lacondición adoptiva tiene más posibilidades de éxito cuando los y las adoptantesparten de expectativas realistas, presentan flexibilidad y se adaptan a lascapacidades y ritmos del hijo o la hija.


Niños, niñas yadolescentes adoptados

La vida carenciada previao posterior al abandono del niño se dejará notar mediante complicaciones de muydiversa índole a lo largo de las diferentes etapas evolutivas de su vidaadoptiva, en la percepción de sí mismo, en su identidad, en su vida yconvivencia familiar, en su vida y rendimiento escolar. Estos aspectos, por suextensión podrían ser objeto de otro artículo, y aquí me quiero centrar en lasvivencias y necesidades más específicas de la elaboración de la condición delabandono. Es por ello que, sobre las cinco necesidades específicas que seidentifican por la condición de adopción ( Agintzari, 2005) haré hincapié enlas tres siguientes:

1.- La integración en el seno deuna familia estable y segura. Elabandono repercute especialmente en las relaciones de apego y en el tipo deapego que regirá una buena parte del proceso de integración del niño adoptado.La adopción supone la génesis de un apego seguro a partir de un apego inseguroo de pérdidas de personas referenciales fundamentales para la seguridademocional y el desarrollo de un niño. La pérdida de la primera familia, ladonante, y de otras figuras referenciales intermedias (cuidadoras, educadoras,acogedoras…) deja a los niños y niñas en una situación extremadamentecomprometida en lo emocional y en lo social. Necesitan adoptantes quegaranticen de forma estable y segura su educación, su desarrollo, su bienestary la rehabilitación de sus heridas. Necesitan adoptantes capaces de generar unvínculo de apego seguro a pesar de las dificultades de los niños, adoptantescon recursos emocionales y sociales capaces de recorrer un camino más complejoy complicado, y que ejerzan su paternidad o maternidad de una forma acorde a larealidad de estos niños y niñas.

La experiencia y los estudios nos indican que losniños, especialmente los más pequeños hacen procesos de integración muyrápidos, espectaculares desde la perspectiva de los adoptantes (Palacios etad., 2005). Pero también hay que señalar que son procesos que restan energía alos niños y que les suponen unos esfuerzos descomunales, que habitualmente novaloramos (adaptación a nuevas personas, una nueva cultura, idioma, normas...)

2.- Lareconciliación con su historia, su pasado y sus orígenes. No hay alas sin raíces. Los niños y niñasadoptadas, al igual que los menores en acogimiento, e institucionalizados y otrasvíctimas del abandono, tienen que reconciliarse emocionalmente con su pasado,con su historia, con sus orígenes y con el mundo y la vida. Reconciliarsesignifica conocer, saber lo que sucedió de la manera más favorable,contextualizando adecuadamente los hechos para que los niños y niñas puedanliberarse de las culpas, de los miedos, de las dudas, de las atribucionescausales inadecuadas y del significado erróneo dado a los daños físicos ypsíquicos recibidos en su vivencia de abandono, institucionalización,asignación a una nueva familia e integración en un nuevo mundo referencial.Reconciliarse significa también tener la posibilidad de integrar en un solomundo mental e ideacional interno y coherente con todos los elementos (losbuenos, pero también los malos) que constituyen su vida pasada y presente paraque la proyección al futuro se materialice en proyectos de vida viables ysanos, donde el abandono vivido y las experiencias que le acompañan puedan serelaboradas, contenidas y superadas.

Esta necesidad de saber para entender, elaborar ysuperar los traumas, es la más comprometida por la cultura actual de adopción.La CAIF impera e impone sus dictados y todavía falta desarrollar en nuestrossistemas de protección mecanismos para rescatar, recuperar y rehabilitar ellegado de las personas donantes y mediar con ellas y ellos a petición de laspartes. La adopción en países que no proporcionan información fiable yfidedigna de la vida e historia de los niños y niñas, obliga a “andar a ciegas”ante un niño o una niña, del que se desconoce prácticamente todo. La revelaciónresponde a los principios y estrategias de la CAIF y como tal se queda muycorta y no posibilita la reconciliación con el pasado. La revelación tiene queser superada por la cultura del trabajo sobre la condición adoptiva. Esnecesario hasta cambiar las denominaciones que conducen a significadosequívocos. Una buena cantidad de adoptantes que he podido conocer en consulta yen espacios formativos considera suficiente decir a los niños y niñas que sonadoptados y que no nacieron de la tripita de su mamá adoptiva. Pero lo que lesinteresa y necesitan saber son los motivos. Los niños y niñas de condiciónadoptiva descubren por sí solos a partir de los ocho años, algo que todo elmundo “quiere ocultarles”, que adopción y abandono son dos realidades que vanunidas, aunque uno o una haya sido adoptado o adoptada con días.

Como escribe Irmela Wiemann “solemos dedicar mástiempo a ocultarles la verdad a los niños y niñas que a explicársela”. Estaotra frase de Boris Cyrulnic refleja las consecuencias: “El horror de lo realtiene una esperanza, pero el horror de lo imaginario es total”. Cuando notrabajamos la condición adoptiva de los niños y niñas, estos y estas tienden aextraer de su imaginación fantasías, pensamientos y explicaciones que dañan suautoestima, les confunden y sobre todo les enajenan. Nuestra negativa a abordar los contenidos del abandono ynuestro desconocimiento les impide reconciliarse con su condición y entonces laenajenación y los trastornos están servidos y garantizados. Es muy habitual ypeligroso que los niños y niñas adoptadas cuando conectan, gracias a laprotección y seguridad que les aportan sus adoptantes, con sus vivencias,emociones, recuerdos, sentimientos ligados al abandono que vivieron, losadultos desconfirmen dichas vivencias emocionales ligadas al sufrimiento delabandono inicial, en lugar de ayudarles a afrontarlas y a dominarlas. En base aesta negación estamos poco a poco generando legiones de adoptados incapaces deafrontar su condición y negadores de la misma. Esto es algo que he podidoconstatar en sesiones especialmente con niños, niñas y adolescentes, sobre todode adopción nacional (cuya media de edad en mi consulta  es mayor de 14 años). No es extraño que terminen por nosaber quienes son, cuando les impedimos tener un legado que rellene losinmensos vacíos que deja el abandono y los procesos de adopción según dicta laCAIF.

3.- Una identidadque integre la doble aportación (su legado biológico y socioemocional). Laidentidad tiene que ver con quién es uno y de dónde viene, para entre otrascosas saber dónde está y hacia dónde va. Este proceso de constitución de laidentidad se inicia desde el comienzo de la vida y se va construyendo convivencias y percepciones del ambiente y de los diferentes contextossociofamiliares (donante y adoptivo). Para el adoptado implica una combinaciónde aspectos físicos, sociales y culturales, de vivencias y experienciasdifícilmente asumibles y combinables, si no ha habido una adecuado trabajo dela condición adoptiva y de reconciliación con los orígenes. La identidad de los niños y niñas adoptadases una, pero de doble aportación y procede de sus dos familias, la donante y laadoptiva. Las personas adoptadas reciben la vida y el ser físico y biológico delos primeros, pero su identidad social, la primordial, procede de susadoptantes. Además se identifican con ambos y para los adolescentesserá una cuestión crucial pues su proceso de autonomía y emancipación es doble:tendrán que emanciparse de su familia adoptiva, pero también de su familiadonante en un plano más simbólico, dada las distancias. Puede ayudar el iniciaruna búsqueda y promover unos contactos con dichos orígenes de la forma en quesea posible y admisible, aunque puede haber muy diferentes sensibilidades ydeseos en este aspecto.

En los casos de adopción internacional muchascriaturas se ven privadas de su historia (la ablación de la historia previa ala adopción es uno de los principios activos de la CAIF). Cabría la alternativaque en un congreso suizo sobre adopción planteaba algún ponente  en el año 2000: El país de origen como sustituto simbólico de la madre biológica. Enmi trabajo con madres adoptivas he podido conmoverme con testimonios reales decómo algunas adoptantes trabajan magistralmente estos vacíos. Relatos que apesar de la ausencia de datos son respetuosos con las necesidades identitarias,cargados de amor, delicadeza, comprensión, confirmación y aceptación delsufrimiento de sus hijos e hijas por los vacíos reales. Con una carga de amor yde sensibilidad que realmente curan. La no-historia, la ausencia de datos bienrelatada, bien construida, bien argumentada también es fuente de salud y puedeser también una historia: la historia de por qué mi historia es así. No existe laposibilidad de no tener historia.

Conclusiónes: unanueva cultura de adopción en España sustitutiva de la CAIF

De todo lo anterior, cabe reseñar a modo de conclusión, quela adopción está irremediablementeunida al abandono y éste tiene que ser reparado en todas sus dimensiones. Quepara reparar el abandono originario es fundamental rescatar el legado de lafamilia donante y parece justo y razonable procurar que el legado de los niñosy niñas que adoptamos no tenga  la sobrecargadel sufrimiento y el dolor que hoy por hoy se hace soportar a la familiadonante. En la adopción hay por lo menos tres agentes protagonistas: la familiadonante, la familia adoptiva, el niño o niña adoptada

La aceptación delabandono, la reparación de sus secuelas y la renarración de la historia de vidade los niños y niñas de condición adoptiva son tareas que los adoptantes debenasumir y para la cual tienen que prepararse adecuadamente con la ayuda deprofesionales más solventes e materia de adopción.

Es necesario quesocialmente la CAIF sea completamente superada y sustituida por una cultura dela adopción (CAA, Cultura de Adopción Abierta) más abierta a las auténticas yreales necesidades de los niños y niñas que necesitan una familia adoptiva. Unacultura adoptiva que podría atender a los siguientes principios :

·       Que rescate el legado de los donantes, queincluya a estos en el proceso adoptivo y posibilite su participación activa yque incluso les ayude a restañar sus heridas y genere otros procesos y otrosusos más acordes a los derechos de todas las partes implicadas.
·       Que respete, cuide y mime a los donantes comopunto de partida.
·       Que genere otros modos de entender y certificarla idoneidad de los adoptantes.
·       Que se centre en las necesidades de los niños yniñas sujetos de adopción, especialmente en la superación del abandono previoen todas sus dimensiones y que haga efectivos los derechos reconocidos por lamayor parte de las leyes que rigen las acciones protectoras de las comunidadesautónomas y basadas en los tratados internacionales sobre los derechos de lainfancia.
·       Que rompa con la tendencia de hacer de laadopción un sistema de filiación en lugar una medida protectora para quien essu único sujeto de derecho.
·       Que desarrolle redes de recursos diferenciados yespecíficos, adaptados a las necesidades específicas y especiales de los niños,niñas, adolescentes, jóvenes  y adultosde condición adoptiva, de los adoptantes y de los profesionales de los recursoscomunitarios que han de satisfacer necesidades, sociales, educativas ysanitarias. Hablaríamos de los servicios de postadopción (ya existentes envarias comunidades autónomas), de los lobbies de familias adoptivas,adoptantes, personas adoptadas y profesionales especializados, de los espaciosde formación, encuentro e intercambio de experiencias entre todos losimplicados.
·       Que dé una imagen social más realista,responsable y comprometida de la adopción.

Desde el programa ADOPTIA,de Agintzari, S.Coop. de Iniciativa social estamos comprometidos con estospostulados y ofrecemos nuestra colaboración y empeño en facilitar una nuevacultura de la adopción más abierta y acorde a las necesidades de susprotagonistas.


Biliografía:

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