martes, 24 de enero de 2012

El niño adoptado es un niño abandonado y con frecuencia un alumno con necesidades educativas especiales. El reto de la reparación de las secuelas del abandono a lo largo del proceso de integración escolar



Javier Jesús MUGICA FLORES, Psicólogo y Terapeuta de Familia, Responsable del Programa ADOPTIA de AGINTZARI, S.Coop. de Iniciativa Social, Bilbao. 

Ponencia para la Jornada de Postadopción de la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid. 
En a Madrid 12 de diciembre de 2006.

INTRODUCCION



DESDE DONDE HAGO MIS PROPUESTAS

Soy fundamentalmente un profesional del sistema de protección infantil. Todas mis aportaciones en materia de adopción tienen referencia en dicho sistema y esto hace que la entienda como una medida protectora, cuyo principal protagonista es el niño o la niña que ha sufrido un abandono y socialmente se le oferta la adopción como forma de resolver su abandono.

Soy fundamentalmente un psicólogo clínico con orientación sistémica y psicosocial, trabajo con niños, adolescentes adoptados, con sus adoptantes (familias) y con profesionales de su contexto entre los que destacaría los y las enseñantes de los niños adoptados que solicitan con frecuencia orientación y asesoramiento. También desarrollo mi trabajo con menores residencializados en centros de acogida, con menores acogidos tanto por su familia extensa como por familias ajenas, con sus familias de acogida y con sus familias donantes (biológicas).

En el ámbito del trabajo con adoptantes colaboro con varias asociaciones de adoptantes, principalmente Ume Alaia, en tareas de formación preadoptiva y postadoptiva a través de conferencias, talleres de padres y madres sobre distintas problemáticas, situaciones y niveles evolutivos de los niños y niñas. Mis propuestas tienen un cierto sesgo debido a las necesidades que los demandantes de mi intervención psicosocial nos plantean. Este es un sesgo caracterizado por el acento en la experiencia de abandono que todas las personas adoptadas tienen. Vivencia largamente ninguneada por técnicos, adoptantes  y profesionales de todo tipo dada la larga trayectoria de adopción de incógnito y forzosa que padecemos en España. 

Las investigaciones certifican que la inmensa mayoría de los niños adoptados evoluciona muy bien y las familias lo están haciendo realmente bien y son mayoritariamente reparadoras. Esto me consta por propia experiencia, a pesar del déficit de formación especializada que sufren la inmensa mayoría de los adoptantes actuales. Pero esta realidad o no basta, ni nos puede dejar tranquilos. Tenemos muchos déficits que superar tanto los y las adoptantes como los y las profesionales que servimos en este ámbito.

La adopción es una experiencia vital fundamentada sobre una importante y muy significativa experiencia de abandono que comporta muchos más riesgos de sufrimiento y de patología que lo que la sociedad y todos sus estamentos quieren ver, a pesar de que los impactos y secuelas de dicho abandono manifiestan expresiones muy diferentes en grado e intensidad, no siendo siempre una fuente obligatoria de patología.

Mi experiencia me insta a repetir una y otra vez que todos los niños adoptados son niños abandonados, que el abandono suele ir acompañado de malos tratos, abusos, institucionalización, negligencia, carencias en la satisfacción de muchas necesidades básicas y que las abundantes y visibles secuelas del abandono se dejan notar cotidianamente en la convivencia familiar y por supuesto en su la vida escolar de los niños y niñas que adoptamos.

EL NIÑO/A ADOPTADO/A, UN ALUMNO/A DIFERENTE

Desde la perspectiva del abandono, de sus secuelas y del largo proceso de reparación que la adopción supone el niño adoptado y la niña adoptada es un alumno o alumna diferente, que tiene unas necesidades especiales que la mayor parte de sus compañeros/as no tienen (como es la de reparar su abandono y asumir una condición adoptiva no deseada e incómoda.

Los alumnos y alumnas de condición adoptiva y por tanto víctimas del abandono son más vulnerables ante las adversidades cotidianas de la vida escolar que han de afrontar. Habitualmente son alumnos y alumnas que llegan mayoritariamente con una notable y marcada desventaja al sistema escolar y la escuela supone para muchos de estos alumnos y alumnas un reto difícilmente superable, con muchos riesgos de fracaso y cargado de tensiones y sufrimientos.

A pesar de que las familias adoptivas y los y las enseñantes mantienen unos niveles altos de implicación, no siempre superan las dificultades por falta de recursos y sus deseos de “normalizar” e “integrar” a toda costa, cueste lo que cueste se estrellan contra las dificultades de estos alumnos y alumnas.

La vida escolar es para todos, aunque a diferente nivel una carrera de obstáculos y riesgos cuando el sistema escolar no es sensible a las necesidades educativas especiales que estos alumnos y alumnas tienen. El niño o la niña tiene mayores probabilidades de fracaso escolar, los adoptantes padecen el mayor de los focos de tensión familiar y parental al tratar de suplir las carencias del sistema con exceso de dedicación y poniendo la relación con el niño o la niña en riesgo y los y las profesionales de la enseñanza chocan ante el alumno o alumna de condición adoptiva con una dificultad no prevista, no imaginable, muy costosa de gestionar en lo cotidiano, desconcertante, fuente muy probable de estrés profesional y conflictos de convivencia en el aula.

TEORÍA DEL APEGO Y APRENDIZAJE

Una buena parte de los alumnos adoptados y de las alumnas adoptadas y especialmente los y las que han sido víctimas del abandono y las características de su abandono ha comportado heridas y secuelas emocionales, tienen una estructura de apego inseguro, en sus diferentes tipologías, que está claramente relacionada con tendencias socioemocionales y comportamentales de riesgo como las deficiencias en autocontrol, las dificultades de regulación afectiva, el sentimiento sempiterno de inseguridad y desconfianza, los déficits de empatía, la adecuada organización e interpretación de experiencias cotidianas y una forma errática de exploración del mundo, que anticipan todas ellas dificultades significativas para un aprendizaje y un desarrollo funcionales.

Las experiencias previas a la adopción de muchos alumnos y alumnas adoptadas les llevan a actuar mayoritariamente desde una base (in)-segura con todos los inconvenientes y ventajas de un tránsito entre el apego inseguro y el apego seguro. Sus formas de actuar desconcertarán por lo variado e irregular de su proceso evolutivo. Son alumnos y alumnas que manifestarán simultáneamente formas contradictorias de actuación, que dependerán de los momentos, de la evolución de los conflictos cotidianos y de las atenciones que se les presten.

La teoría del apego, en cuanto constructo que acentúa la importancia de la respuesta sensible del adulto hacia las necesidades básicas de seguridad del niño o la niña, como estructurador y organizador de su psiquismo, como punto de partida de su desarrollo evolutivo, como base para el aprendizaje y la exploración del mundo en cuanto conocimientos y como fuente de mayor o menor ansiedad ante la separación, explica también la forma que tienen los adoptados y adoptadas de percibirse a si mismos, de sentirse, de relacionarse con los otros, de entender el mundo … y de aprender e integrar conocimientos y habilidades ya sean estas instrumentales, cognitivas, sociales, emocionales… Esta teoría da pistas a los y las enseñantes sobre los modos más idóneos para actuar partiendo de las constitución de la comunidad escolar como base emocionalmente segura desde la que los alumnos y alumnas heridas por abandono puedan recuperar las guías del desarrollo armónico y funcional.

NECESIDADES ESPECÍFICAS EN EL AULA DEL NIÑO O DE LA NIÑA EMOCIONALMENTE HERIDOS POR ABANDONO Y DE CONDICION ADOPTIVA

El apego seguro que los y las enseñantes pueden desplegar ante sus alumnos y alumnas generará un ambiente escolar reparador, o lo que es lo mismo un ambiente de resiliencia en el que los y las menores puedan recuperarse de sus heridas emocionales y de las secuelas del abandono. Para que la escuela sea una institución resiliente debe constituirse como contexto relacional estable donde exista una buena dinámica social. Debe ser la escuela un contexto de seguridad socioemocional, donde estos niños y niñas puedan percibir una aceptación “incondicional” y tener la certeza y la certidumbre de que no van a ser expulsados, con todo lo que la expulsión tiene de exclusión y de abandono.

La escuela deberá evitar la acumulación de cambios de enseñantes, tutores, pues etos cambios de referencias son vividos como ecos del “abandono”. Debe evitarse toda amenaza y toda experiencia de “ruptura”.

La escuela debe apostar decididamente y explícitamente por la reparación de los daños habidos anteriormente y que han supuesto para estos alumnos y alumnas secuelas en el proceso de aprendizaje y desarrollo. Tiene que garantizar tratamientos de Pedagogía terapéutica. Es impensable tener éxito sin una mayor tiempo de dedicación a su situación y a sus necesidades. Hacen falta otros ritmos, más acordes a su madurez, las exigencias deben menores y las gratificaciones mucho más mayores, si queremos que se motiven y deseen aprender. Las experiencias de éxito, de eficacia, las alabanzas y el reconocimiento deben ser experiencias continuas para estos alumnos y estas alumnas.

La escuela debe procurar contención emocional y física. Unas normas claras y unos límites normativos que proporcionen seguridad y justicia para todas las partes y que garantice protección tanto para los alumnos sumisos y victimas de agresiones como para los agresores. Variables comportamentales entre las que podemos encontrar a muchos alumnos y alumnas de condición adoptiva.

Estos alumnos y alumnas necesitan respeto por su historia, por sus circunstancias y por sus orígenes para poder entre otras cosas reconciliarse con su historia y sus mundos de referencia. Hay  que ayudarles a elaborar su condición adoptiva y a ejercer su derecho a saber sobre su condición y a una información coherente y cierta sobre ella. Hay que ayudarles a tener una historia personal y familiar completa y coherente con sus diversas fuentes de identidad. Para ello la escuela debe incorporar en sus contenidos temas que normalicen las diferentes formas de vida familiar, las diversas maneras de ser padre, madre, hijo o hija, los distintos procesos de filiación y una lucha activa contra la discriminación racial, para que estos alumnos no se encuentren tan desamparados cognitivamente ante sus diferencias.


COMPORTAMIENTOS HABITUALES DE LOS NIÑOS ADOPTADOS DAÑADOS EMOCIONALMENTE POR EL ABANDONO Y SUS CONDICIONES

La práctica clínica, el trabajo de orientación psicosocial individual, familiar y grupal, en lo que conlleva de contactos con adoptantes, enseñantes y profesionales de otros ámbitos, nos hace constatar, que las heridas emocionales vinculadas con la experiencia de abandono y las condiciones en que este se ha producido se refleja de forma evidente en la vida familiar y escolar de los niños y niñas que adoptamos, en mayor o menor grado y con una gran variabilidad dependiendo de personas, situaciones y momentos.
Algunos de los comportamientos más sintomáticos, que revelan la existencia de una experiencia dolorosamente significativa y previa, que hacen que el niño adoptado o la niña adoptada, al igual que los niños y niñas víctimas de malos tratos (abusos, negligencia, institucionalización prolongada…), puedan ser consideradas como víctimas inocentes de circunstancias ajenas a su persona son los siguientes:

  • Avances y estancamientos coincidentes en el tiempo mismo tiempo en áreas distintas / regresiones y avances dispares por áreas
  • Reclamo excesivo de la atención de los adultos de referencia, una necesidad imperiosa y descontrolada de ser el centro de atención, en ocasiones al precio que sea
  • Olvido rápido de los acontecimientos que no son capaces de gestionar emocional y efectivamente y represión de los sentimientos dolorosos ligados a ellos, como mecanismo disfuncional de protección
  • Vacíos de memoria importantes en el corto y medio plazo e intensificación de algunos recuerdos. No acordarse de tareas, enseñanzas, órdenes, recomendaciones, recados, avisos, especialmente si son considerados inconscientemente como fuente potencial de esfuerzos para los que se siente incapaz, reproches, críticas, castigos o decepciones para sus personas queridas
  • Aprendizaje difícil de la experiencia por la dificultad de retener y centrarse en la elaboración de los acontecimientos vitales inmediatos, situación ligada al tránsito entre el apego inseguro y el apego seguro. Es frecuente la no comprensión de los acontecimientos presentes, de los conflictos, de las intenciones de los demás. Malinterpretan los acontecimientos y en consecuencia desarrolla estrategias habitualmente de autodefensa constante que no se relacionan necesariamente con los momentos vividos. Que un compañero accidentalmente y sorpresivamente tropiece en la fila, puede ser interpretado como una agresión a la que le corresponde como respuesta una agresión vivida como totalmente legitimada.
  • Dificultad de manejar el tiempo ya sea pasado, presente o futuro. Puede haber fases de su biografia muy confusas, difuminadas, donde la realidad y la fantasía se confunden y son difíciles de distinguir incluso para el propio niño.
  • Se rigen por el principio del placer o por el deseo de satisfacción inmediata y les cuesta tanto afrontar las obligaciones y los esfuerzos y sacrificios de la vida cotidiana, ya sean familiares o escolares
  • Con frecuencia tienen muy baja tolerancia a la frustración y ante ella pueden reaccionar con reacciones explosivas y excesivas en el sentido, que la magnitud de la respuesta no se corresponde con la causa que lo originó. Las rabietas y los enfados pueden ser abundantes con o sin agresividad.
  • Manifiestan desapego por las cosas, por las personas, por los lugares, por los recuerdos… Para muchos les cuesta entender dada su trayectoria que las relaciones, los vínculos son para siempre o para periodos muy duraderos. Esto lo transfieren a los objetos. El miedo al compromiso defraudado es demasiado fuerte y pueden desconfiar en mayor o menor medida de las ofertas de relación. Los objetos carecen de valor o por el contrario su valor es exagerado.
  • Con frecuencia y especialmente cuando ven que algo no les sale bien o como ellos y ellas se esperan suelen expresar una inadecuada percepción de si mismos, se perciben como “malos”, “feos”, “tontos”, “incapaces”, “locos”…
  • Pueden ser duros o hipersensibles (al riesgo, dolor, frío, calor,...) y por tanto manifestar o un exceso de sensibilidad o su ausencia ante dichas situaciones físicas y de forma muy dispar e irregular
  • Es frecuente que sufran déficits en la atención, concentración y rendimiento, no rinden lo que podrían, aunque es importante reconocer que no siempre pueden, lo que los adultos nos imaginamos, más por inseguridad y miedo al fracaso que por falta de capacidad
  • No interiorizan fácilmente las normas y pueden mentir, transgredir las reglas y los límites sin dar valor moral a sus acciones, presentando una intolerancia a la crítica, llegan a veces a no admitir lo evidente y pueden llegar a rebatirlo de forma irracional y con obcecación. La “verdad” para ellos y ellas suele ser aquella respuesta que satisface al adulto y no lo que se corresponda con la realidad, que para ellos puede tener muchas y variables interpretaciones
  • Tienen un escaso sentido de la realidad, la malinterpretan, no la entienden, no hacen atribuciones adecuadas entre causa y efecto, por lo que tienen dificultades para comprender las posiciones de los otros, para predecir y responder de forma adecuada a la situación.
  • Un miedo irracional al abandono que se despierta a la más mínima ocasión de sorpresa, accidente, crítica, regañina, ante la no-satisfacción de caprichos, o la conciencia de culpa ante un hecho. Manifiestar miedo y temor a lo desconocido, a lo nuevo a los cambios, a los retos, ante los conflictos, pudiendo manifestar una excesiva chulería, arrogancia, o “soberbia”...
  • Manipulación, instrumentalización e intentos de control de las personas  y situaciones para salirse con la suya y no perder el control de su realidad circundante
  • Agotamiento, cansancio vital, falta de energías, abulia, desinterés. La adopción en cuanto espacio de reparación es también una tarea agotadora psíquicamente. Aunque físicamente pueden manifestarse muy activos, psíquicamente pueden aparecer sin energías. Portarse bien y ser buenos es para ellos y ellas una tarea tan agotadora si no más, que la que tienen sus adultos para educarles. A estos niños y niñas la gestión de la vida cotidiana les supone más esfuerzo que a los demás. Esfuerzo que nunca es reconocido ni valorado.

DIFICULTADES EN EL AULA DE MUCHOS ALUMNOS/AS ADOPTADOS/AS

Las dificultades provenientes de los comportamientos habituales en muchos de estos niños y niñas, que fueron víctimas del abandono y de la negligencia y cuya condición adoptiva, no puede ser suficientemente elaborada por su inmadurez y la complejidad de la tarea, hacen que en el aula sean especialmente visibles y problemáticos los siguientes comportamientos :

  • Poco autocontrol y regulación afectiva insuficiente
  • Falta de atención, concentración, sobreactivación e impulsividad
  • Conflictos de relación con compañeros/as
  • Llamadas excesivas de atención
  • Escasa autonomía para hacer las tareas
  • Desmotivados y “cansados”
  • Conductas disruptivas
  • Olvidos y altibajos constantes
  • Antes “malo y chulo” que “tonto”… Ser “malo” está mejor visto
  • …/…

Todos estos comportamientos van a tener respuestas por parte de un sistema escolar, que debe atender muchos y muy diversos frentes.

REACCIONES DEL SISTEMA ESCOLAR

El fenómeno de la adopción ha irrumpido en los últimos años en nuestra sociedad y la escuela como institución todavía no ha podido dar una respuesta acorde a la realidad de los alumnos adoptados. La condición adoptiva no es una categoría diagnóstica y por tanto no se les supone nada especial ni específico. Son y deben ser alumnos normales. El hecho de ser adoptado no implica ninguna diferencia y realmente es así desde el punto de vista de estatus social. Ahora bien los estudios e investigaciones revelan que el abandono, que es en definitiva la antesala de la adopción, es una experiencia que puede dejar secuelas importantes por muy diferentes motivos: por las deprivaciones que ha sufrido durante el abandono, por experiencias traumáticas e incluso aunque no este del todo claro no hay que olvidar que la adopción es una forma de filiación social influida también por las creencias sociales. De alguna manera hay una construcción social de la adopción y en principio adopción y abandono son dos caras de una misma realidad difíciles de conciliar y supone para las personas un estigma que puede llegar a atascar procesos de desarrollo y a tener significaciones muy disfuncionales sobre todo cuando no se ayuda a los niños y niñas a elaborar estos significados.
La escuela es colaboradora de la construcción social de la adopción y como tal tiene pendiente un discurso integrador de la diferencia, que toda persona adoptada vive respecto de su diferencia y condición.
Con frecuencia la escuela se encuentra ante la situación de los niños adoptados con una situación a la que no sabe o no puede sin más dar respuesta. Es una realidad novedosa ante la cual todavía no hay unas estrategias concretas. Integrar niños adoptados con heridas emocionales por el abandono es una tarea muy costosa que requiere formación, apoyos y probablemente nuevos recursos humanos cuando el número de adoptados supere la pareja o el trio por aula.
En el trabajo de orientación a familias con frecuencia las familias solicitan que se informa a la escuela de la valoración que se hace el proceso de integración y de la evolución del niño adoptado. En este trabajo de coordinación nos hemos encontrado con una institución social que ante el desconocido y desconcertante fenómeno de la adopción reacciona de las posibles siguientes maneras:

  • No hay una valoración de las necesidades educativas especiales que estos niños puedan tener, salvo que sean muy señaladas y visibles. El nivel de estatus social de los niños y niñas no se correlaciona bien con las problemáticas que estos niños presentan en el aula, la disponibilidad de los padres y madres despista. Se trata de niños y niñas con características de familias socialmente desfavorecidas pero cuyos padres y madres están pendientes en todo momento de la evolución escolar y de los requerimientos del profesorado. Los niños suelen llegar con las tareas hechas aunque esto suponga 3 horas diarias de pelea.
  • Se considera que el adoptado es de partida un niño normal sin necesidades especiales. Curiosamente un niño hijo de inmigrante recibirá un refuerzo lingüistico si vive con  su familia rumana, ahora un niño adoptado en Rumanía, y por tanto ciudadano español no recibirá dicho refuerzo lingüístico. Niños de 6 o 7 años sin haber sido escolarizados deberán incorporarse con compañeros de sus misma edad, y se les pedirá lo mismo aunque tengan tres o cuatro años menos de escolarización y no hayn visto en suvida más que las cuatro paredes de su orfanato. Las secuelas del abandono, los esfuerzos que comporta una integración sociofamiliar y la tarea de reconciliarse con su condición adoptiva e integrarla no son consideradas sobrecargas
  • Los comportamientos disruptivos y regresivos son entendidos como faltas, como reacciones perversas… el niño es malo y manipulador… Los malos comportamientos (acompañados de momentos positivos) y las regresiones, que son habituales se malinterpretan constantemente como que algo, todo, algo o alguien está fallando. Cuando son reacciones que tienen otras lecturas si se hace en clave de reparación emocional.
  • Se malinterpreta los avances de la fase de adaptación del niño y se desconoce aspectos claves de su proceso de integración sociofamiliar. El niño adoptado puede comportarse de muy diferentes maneras, con diferentes personas y en diferentes contextos, sin que esto suponga que hay una evolución negativa. A veces incluso enseñantes comprometidas emocionalmente con los niños y niñas son vistas por compañeras y compañeros de claustro como inadecuada cuando el comportamiento con ellos es más disruptivo y afectivo que con el resto. Estos niños despliegan sus comportamientos disruptivos, o dicho técnicamente, transfieren al momento actual los conflictos del pasado fundamentalmente ante personas que les transmiten y merecen confianza.
  • Con frecuencia se atribuyen responsabilidades (cuando no culpas) a la familia, la cual pasa a ser sospechosa, sobreprotectora, incompetente;  el amor puede con todo y si no es así, es porque alguien falla… Con frecuencia los adoptantes dicen que se ven bajo sospecha y que en el colegio y en otros ámbitos les achacan a sus habilidades parentales los comportamientos disruptivos de sus hijos e hijas. Cabe remarcar que los adoptantes si bien se responsabilizan de la reparación de los daños que sufren sus hijos e hijas ellos no son los causantes del abandono y de sus secuelas. La evolución de estos niños y niñas con heridas y secuelas por abandono es lenta, aunque constante. Algunos enseñantes llegan a acusar a los adoptantes de sobreprotectores o de lo contrario rígidos y autoritarios y con frecuencia malinterpretan el significado de los comportamientos relacionales de un niño con trastornos o dificultades de apego.
  • Con demasiada frecuencia se exige que el niño se adapte a la escuela, esta no puede hacer excepciones. Todos los alumnos y alumnas tienen los mismos derechos y obligaciones. Esta es una verdad a medias. La ley y las normas son para todos, pero no todos tienen las mismas capacidades o las mismas oportunidades. En el caso de los alumnos adoptados esta es una evidencia contrastada. El abandono deja también secuelas en el ámbito del conocimiento y en las habilidades de aprendizaje y hay capacidades que están bloqueadas, no desarrolladas o insuficientemente estimuladas. Nuestro sistema educativo tiene recursos para integrar al diferente y si estos no se ponen a su servicio, simplemente su derecho a la educación no puede ser garantizada. Con frecuencia hablamos de problemas de gestión más que de recursos reales. E incluso en ausencia de recursos, el simple hecho de reconocer y respetar las diferencias facilita avances increíbles. La “idea de apartar la manzana podrida del cesto” y la aplicación del reglamento a rajatabla son otras estrategias que no tienen éxito con estos niños y son injustas. Tengo que hacer una mención especial a la idea de la “manzana podrida”, que en su versión blanda se expresa con “tengo otros 23 alumnos en el aula y no puedo dedicarle todo el tiempo a él”. Primero no hace falta y segundo no es cierto que un alumno disruptivo tenga que ser necesariamente quien marque el ritmo de un grupo o aula. El ritmo del aula es responsabilidad del enseñante. Si el enseñante mantiene una estrategia adecuada ante el alumno disruptivo, le contiene, le pone límites, le controla, le supervisa, le ayuda a arrancar, le entiende, le protege de los demás y le da una atención especial, este será menos disruptivo, los demás niños y niñas se sentirán más seguros y en poco tiempo aprenderán a ayudarle. Esto lo dicen enseñantes que lo han puesto en práctica y lo han experimentado. El niño disruptivo, diferente, bien contenido y apoyado es integrado por el resto gracias a la actitud del enseñante, quien con su modelo imprime directrices para todos. Los que van mal o regular mejoran y los que van bien no pierden el tiempo por que enseñando, ayudando y comprendiendo a otros ellos aprenden más (aprendizaje vicario), crecen y mejoran.

No quisiera terminar este apartado solo con quejas, porque también hay enseñantes sensibles dispuestas a replantearse los modos de actuación especialmente cuando se les apoya e incluso de motu propio por simple intuición y sensibilidad ante las necesidades de sus alumnos y alumnas de condición adoptiva. Desde nuestro dispositivo de intervención psicosocial en el ámbito de la adopción no solo hemos recibido buena atención por parte del profesorado, incluso son numerosas las demandas de formación para enseñantes a muy diferentes niveles, desde conferencias hasta seminarios y cursos. Realmente hay interés y necesidad de saber en torno al fenómeno de la adopción.
Al igual que para la sociedad, para las autoridades e instituciones de protección, las organizaciones de adoptantes y las instituciones sanitarias para las instituciones educativas la adopción también ha sido un fenómeno que ha irrumpido repentinamente. El sistema educativo tendrá que prepararse y dar respuestas sistematizadas y adaptadas a las necesidades de estos alumnos y alumnas. Muchos y muchas adoptantes refieren que les ha tocado la lotería cuando sus hijos e hijas están en manos de enseñantes sensibles. Por el contrario hay demasiadas familias que siente que le escuela no está respondiendo adecuadamente a las necesidades educativas especiales de sus hijos. Esto no debería ser así y seguramente no lo será.

MUCHOS NIÑOS Y NIÑAS DE CONDICION ADOPTIVA VAN AL LÍMITE

Resulta muy interesante lo que cuentan en las sesiones de seguimiento y apoyo psicosocial los niños y niñas que adoptamos. Lo primero que hay que apuntar es al igual que la adopción es un fenómeno muy diverso, muy diversas son las experiencias de los niños y niñas de condición adoptiva. Las investigaciones dicen que a la práctica mayoría les va relativamente bien, que mejoran y avanzan de forma significativa.
Sería muy importante realizar alguna investigación específica sobre la situación de los niños adoptados durante la Educación Primaria y la Educación Secundaria. No constan aún estos estudios o investigaciones por el nivel evolutivo de la mayoría de la población, pero no habremos de tardar mucho en ver que está pasando realmente.
Yo me voy a referir fundamentalmente a la población que con más frecuencia solicita apoyo. Son necesariamente los niños y niñas cuyo abandono más secuelas ha dejado y que más complicaciones tienen en su integración familiar y escolar. Son probablemente los niños y niñas con más heridas emocionales por el abandono.
Estos son algunos de los testimonios más relevantes que oímos en consulta tanto de padres y madres adoptivas como de sus hijos e hijas:

  • Muchos casos los niños escolarmente van “normal”, e incluso bien en lo cognitivo aunque en lo emocional pueda haber ciertas dificultades con la expresión del carácter, de la personalidad y en las relaciones sociales
  • Los niños y niñas consiguen estar al día con mucha frecuencia gracias al esfuerzo de sus madres y padres, que constantemente están encima de las tareas y de los resultados académicos. Hay adoptantes que hablan de tiempos de dedicación de entre  2 y 4 horas diarias de tareas escolares con sus hijos e hijas. Con frecuencia hablan de un clima familiar viciado por demasiados conflictos y al límite, un clima de tareas que infringe mucho desgaste a todos, con enfados, con reproches, con negativas, con desesperación.… Muchos niños y niñas son incapaces de hacer las tareas sin algún tipo de ayuda y de supervisión muy constante. Hacer las tareas se convierte en un autentico infierno para todos en demasiadas ocasiones. A veces es muy conveniente quitar esta pelea del medio acudiendo a una ayuda escolar exterior. Medida que ha sido bastante efectiva hasta el presente. La convivencia de por sí ya tiene sus propias dificultades, como para encima añadir las dificultades escolares.
  • Muchos de estos niños se integran escolarmente sin tiempo para madurar emocional y cognitivamente, sin tiempo para estabilizarse en su nueva familia, sociedad y cultura y sin tiempo para integrar los cambios y las experiencias que supone venir a un nuevo mundo social, familiar y cada vez más exigente. Con frecuencia sería recomendable no atender al criterio de edad cronológica para integrarlos en grupos o aulas con niños y niñas más jóvenes. Tiempo habrá de adelantarles de curso si esto fuera preciso. Escolarizarlos uno e incluso a veces dos cursos por debajo de su edad cuando llegan con 4, 5 o 6 años, no es comprometer su avance y desarrollo escolar. Todo lo contrario, unos o dos cursos de margen les puede facilitar afianzarse en su seguridad personal, en el apego a sus nuevos padres y personas de referencia y afrontar las tareas de la complicada integración socioemocional con menos exigencias por parte del sistema escolar. Una vez que se afiancen el avance será más sólido. Empezar antes e intensificando la presión para reparar y recuperar no siempre es lo más acertado. Hay criaturas que se atascan de forma considerable. El aprendizaje en última instancia se fundamenta sobre la seguridad y la confianza.
  • La presión que se imprime desde el sistema escolar a muchos niños y niñas adoptadas  genera un clima aversivo en la realización de tareas escolares y desmotiva al alumno saturado de tareas y aparentemente tan solo con deseos de jugar y disfrutar. La impaciencia, la presión, el miedo al fracaso, al reproche y al abandono contamina todo el proceso de aprendizaje y muchos de estos niños sufren un calvario que luego hacen pagar a todos, adoptantes, enseñantes y compañeros
  • Desgraciadamente no hay reconocimiento del coste emocional y del desgaste psico-energético que todo niño herido ha de hacer para repararse e integrarse en un nuevo mundo, una nueva vida, unas nuevas relaciones y un nuevo espacio afectivo. La integración que se produce de forma casi natural y con avances casi espectaculares tiene también límites y desgasta las energías psíquicas. Con frecuencia estos alumnos necesitan reparar su desarrollo realizando los juegos, las acciones y las exploraciones que no pudieron hacer en su temprana edad. Necesitan “regresar” (hacer regresiones) al pasado no vivido satisfactoriamente, para vivirlo satisfactoriamente y desde ahí fortalecerse, afianzarse, probarse, experimentar y avanzar de nuevo. Adoptantes, enseñantes y profesionales en general con frecuencia tenemos mucha prisa por hacerles crecer y ponerse al día. Sería conveniente pensar que tienen derecho a una compensación temporal.
  • Además de la necesidad de reposo y margen muchos niños y niñas adoptadas han tenido un pasado difícil que ha dejado secuelas. Las secuelas del abandono (traumas, reacciones, crisis, déficits, reactivaciones …) pueden aparecer de muy diversas maneras y en muy diferentes momentos. Las dificultades de maduración, desarrollo en las diferentes áreas pueden aparecer diferidas, en la EPO, ESO... Niños y niñas que van bien en la Educación Infantil pueden tener dificultades para avanzar en la Primaria. Niños y niñas adoptadas que van bien en Primaria se atascan en la Secundaria e incluso sin casi una explicación pueden llegar a fracasar escolarmente. Tienen más riesgos.
  • Elaborar la condición adoptiva es una tarea añadida que entretiene mucho a los niños y niñas adoptadas, aunque no nos lo hagan saber. La condición adoptiva va cambiando de significados conforme el niño o la niña adoptada crecen, incorporan nuevos significados, con nuevas cargas emocionales. Preocupaciones, emociones y procesos vitales difíciles y desconcertantes en un clima adverso (reproches por sus dificultades, insultos por ser adoptado, agresiones racistas y mensajes continuos de “tú no eres de aquí”…). Niños y niñas que si no reciben explicaciones adecuadas confunden o atribuyen erróneamente motivos a su abandono y que con frecuencia no pueden abordar la tristeza, la rabia, la incertidumbre, la enajenación, la soledad, la extrañeza y otras vivencias ligadas a la condición adoptiva. Los hay que lo sobrellevan con ayuda de los suyos e incluso en solitario y los hay que no pueden con ello incluso a pesar de la ayuda. La asunción de la condición adoptiva está ligada a un sufrimiento que detrae energías para el aprendizaje y es una carga extra que deben sobrellevar con la incomprensión de su contexto de iguales. Todo estos esfuerzos nunca son compensados ni reconocidos con buena nota.

QUE DICEN MUCHOS NIÑOS ADOPTADOS DE LA ESCUELA

Para los y las adoptantes las dificultades escolares de sus hijos son casi la primera causa de consulta a profesionales. Que los niños y niñas tengan dificultades escolares motiva más que el trabajo sobre la condición adoptiva de sus hijos e hijas y sus necesidades específicas. Cuando hablamos con los niños y niñas en las consultas especializadas en postadopción nos cuentan muchas cosas que sorprendentemente no son muy conocidas por los adultos o si lo son no son debidamente valoradas.
Si poder precisar datos estadísticos, sí podemos constatar que en general les gusta aprender y valoran que ir al colegio es bueno y necesario. Reconocen sus avances y la necesidad del colegio.
Pero también dicen que les cuesta aprender mucho más que a otros niños o niñas, que se les olvidan las cosas con mucha frecuencia, que lo aprendido por la noche antes del examen y con la ayuda de sus padres el día del examen se ha olvidado. Padres y madres que constatan este aspecto sufren cuando sus hijos e hijas vuelven a casa con un suspenso y completamente desanimados. Hay niños que dicen que no se enteran de las explicaciones de sus profesoras y profesores, que no se atreven a preguntar para no parecer tontos. Muchos dicen que leer en público es un tormento, que sufren cuando sus compañeros se rien o les echan en cara sus errores.
Muchos y muchas tienen dificultades para atender y concentrarse, enseguida se despistan o se ensimisman con pequeñas cosas que suceden, como ruidos del exterior, sucesos banales,… Algunos dicen que las preocupaciones o los miedos por pequeñas cosas que les han sucedido en el patio, en la escalera, en el comedor escolar les mantienen pensado cosas ajenas. Incluso que a algunos les cuesta controlar su propio pensamiento y como que a veces ciertas ideas recurrentes con sus emociones les interrumpen, o que incluso se ponen a pensar en los juegos, videojuegos o películas que van a disfrutar al salir de clase.
Otro testimonio constante de estos niños y niñas es la dificultad que tienen para controlar sus emociones (rabia, miedo, tristeza …) y pensamientos, quieren atender pero no pueden. Si han tenido un conflicto con un compañero o compañera, la emoción ligada a dicho conflicto no cede fácilmente. La rabia les puede y es muy duradera (lo cual no significa que no puedan mostrar con frecuencia labilidad de carácter y humor). Mientras sus compañeros y compañeras resuelven pronto sus conflictos emocionales ellos no los pueden superar y con frecuencia reaccionan impulsivamente, sin poder pensar suficientemente en lo que quieren hacer y sus consecuencias. Como consecuencia de esta forma impulsiva y a veces agresiva de actuar están en casi todos los conflictos que se producen en el aula, el patio o el comedor y son foco de atención de los adultos, que siempre les echan la culpa a ellos de todo. Se sienten muy indefensos ante las provocaciones de los demás. Los otros niños y niñas les provocan o hacen cosas que ellos malinterpretan como agresiones potenciales y no pueden contenerse el enfado y la rabia. Dicen que a menudo hacen cosas que no quieren hacer, como pegar, gritar, tirar o romper cosas o salir corriendo. Son reacciones que tienen sin poder reflexionar ni controlar sus actos con su pensamiento. Muchas veces no saben como reaccionar asertivamente ante insultos o conflictos de intereses con los demás y tienden a ser más agresivos o sumisos.
Se encuentran con frecuencia que sus olvidos, reacciones agresivas, despistes y faltas de atención o exceso de movimiento provoca respuestas de sus maestras y maestros. Suelen tener miedo a que les regañen, les critiquen o vayan quejas para su casa. Les duele defraudar a sus madres, padres y enseñantes. Si para evitar estas situaciones hay que mentir o negar la mayor, es algo que harán sin reparos. La verdad para los adultos es lo sucedido y evaluado objetivamente, para ellos en este clima de amenaza y temor la verdad es lo que los adultos desean oír y de paso para ellos y ellas implica tranquilidad.
Con frecuencia están más cómodos con niños más pequeños y en el patio a veces juegan con ellos y ellas, aunque con una cierta posición de dominio y seguridad. Para su gusto estos niños y niñas dicen que tienen demasiadas tareas y actividades extraescolares … muchas de ellas las dejarían y las cambiarían por juego y disfrute. Sus agendas suelen ser paralelas a las de sus ocupados padres. No tienen el tiempo libre que desearían entre semana. Temen decirles a sus padres que no quieren ir a clase de guitarra o al taller de pintura…
Lo que con diferencia más nos alarma y nos da que pensar es que los niños y niñas adoptadas dicen constantemente que sus compañeros y compañeras de colegio les agreden por ser adoptados y tener rasgos distintos. Asumir la condición adoptiva entre iguales incapaces de entender su condición adoptiva y con pensamientos y tergiversaciones de su significado hace sufrir mucho a estos niños y niñas y les confunden con afirmaciones “entonces tu madre no es tu madre verdadera”, “no eres de aquí”, “te abandonaron porque no te querían”. Al comienzo de la primaria y durante la educación infantil no tienen problemas en hablar de su adopción, pero a partir de los 7 u 8 años empiezan a callar e incluso a negar y no querer saber nada de algo que los demás no entienden o usan de forma perversa. La significación de la adopción tienen una vertiente de constructo social que con frecuencia no ayuda a los adoptados a reconciliarse con esta condición ni a superar los duelos que le son propios. Y sobre todo al estar ligada a un abandono esta vivencia se convierte en un auténtico estigma, que dura toda la vida.

!ATENCIÓN¡, EN LA ESCUELA HAY RACISMO E INTOLERANCIA A LO DIFERENTE

La mayor parte de los niños adoptados viven experiencias de racismo y xenofobia en sus colegios cotidianamente y no precisamente en el aula. Patio, pasillos y comedor son ámbitos ciegos al control adulto con frecuencia y además muchos adoptantes y enseñantes minimizan estas vivencias cotidianas y responden con pasividad o desdramatizando algo muy hiriente y doloroso para los niños y niñas con rasgos físicos diferentes.
Estas vivencias de racismo cotidiano y de muy diversas intensidades minan la autoestima, la autoimagen del niño adoptado, el cual responde o con agresividad (peleas y conflictos por los que paga injustamente la víctima) o con una sumisión destructiva y en cualquiera de los casos con daño para su autoimagen. Niños que llegan a definirse como extranjeros, porque la presión de los demás es constante e insidiosa, los mensajes que reciben constantemente de los demás son: “no eres de aquí”, “no eres de los nuestros”. Pocos niños son entrenados y apoyados para la asertividad y la autodefensa. Solos no pueden defender hacer frente a la avalancha de xenofobia. Además lo tienen incluso más difícil que los alumnos y alumnas inmigrantes, que cuando llegan a casa llegan a un espacio donde se pueden identificar. Los adoptados en sus casas siguen siendo distintos y les duele mucho estas diferencias respecto de sus adoptantes. Muchos adoptados están sufriendo indefensión ante agresiones sistemáticas y cotidianas. La solución solo puede por parte de la escuela tolerancia cero al racismo y a la xenofobia y programas para la integración de la diversidad.

CLAVES PARA LA INTEGRACIÓN / INCLUSIÓN DEL/LA ALUMNO/A ADOPTADO/A

Si queremos que la escuela sea una institución social inclusiva es preciso conseguir que estos niños y niñas quepan tal como son, con sus necesidades educativas especiales. Se hace necesario que los programas educativos, que se les apliquen; que la metodología, que se use; y que la atención, que se les preste, se adapten realmente a sus necesidades y características.
La escuela tiene que abordar poner en marchas políticas y estrategias de abordaje de la diversidad y luchar activamente contra el racismo, ya sea este latente o evidente.
En algunos casos la escuela precisará de una mayor dotación de recursos y mejorar los existentes para poder incluir al alumno adoptado. Los y las enseñantes al igual que los adoptantes necesitan refuerzos y refresco para educar a unos niños y niñas que suponen un mayor desgaste. Con frecuencia los recursos proceden de los propios enseñantes a modo de trucos y recetas legítimas que no son consideradas como tales.
Los enseñantes, al igual que el resto de los agentes intervinientes en el adopción (adoptantes, profesionales de las agencias, especialistas…) necesitan formación especializada sobre el proceso adoptivo. Hay un desconocimiento significativo de la realidad e idiosincrasia de las personas adoptadas y de sus familias, que redunda en una no atención adecuada. A muchos y muchas enseñantes les cuesta entender y comprender la posición de sus alumnos adoptados y de sus familias.
Otra clave puede ser la programación individualizada de los procesos de incorporación escolar y de promoción de curso. Edad cronológica y edad madurativa no suelen coincidir en muchos de estos niños, especialmente los adoptados a partir de tres años. Correr o presionar a alumno o a su familia no son la mejor manera de obtener mejores resultados. Con frecuencia a estos niños les viene mejor ir uno o dos cursos por detrás de sus compañeros, o que sus aprendizajes estén adaptados a su madurez y capacidad.
Los y las enseñantes precisan otras formas de atender, nivelar, contener, motivar y evaluar a estos alumnos. No hay que olvidar que el niño adoptado es una VICTIMA del abandono y de otras experiencias colateralmente dañinas (malos tratos, pobreza, deprivación, institucionalización…)
Otra clave para una atención adecuada es atender y promover mejoras socioemocionales de actuación, tales como: la aceptación incondicional del alumno adoptado, su protección y contención emocional permanente, motivarle adecuadamente, hacerle sentirse seguro y protegido, hacer patente su sentido de la pertenencia al grupo y al ámbito de los “normales”…

RECOMENDACIONES PARA EL ÁMBITO ESCOLAR DESDE EL ÁMBITO PSICOSOCIAL

Y si finalmente las claves se debieran convertir en recomendaciones concretas estas serían:

  • Ampliar la cultura sobre los diferentes tipos de familias y de p/maternidades para todos los alumnos, de manera que el adoptado y sus compañeros o compañeras puedan sentirse “normales” como hijos o miembros de una unidad familiar. La p/maternidad y las relaciones familiares y paterno-filiales o las fraternales tienen una dimensión socioemocional más importante que los vínculos de consanguinidad. El biologicismo a ultranza o en exclusiva es un reduccionismo que excluye a los adoptados
  • Los y las enseñantes tienen que conocer la historia del alumno entre otras cosas para poderla respetar y ayudarle a comprenderla cuando este o esta le haga confidencias o comentarios, que es muy probable que no quiera hacer en casa con su familia adoptiva (sin que esto deba entenderse como falta de confianza hacia sus adoptantes)
  • Hay que evaluar las necesidades educativas especiales del alumno adoptado, que ha tenido una trayectoria de abandono, negligencia, institucionalización… e integrarle según su madurez en el nivel adecuado, con los recursos precisos, la metodología adecuada y la cantidad de atención necesitada.
  • Tolerancia cero al racismo y a la xenofobia, protección y formación activa en la asertividad para todos los niños y niñas adoptadas y con diferencias raciales. Los niños adoptados y además convivientes en familias interraciales tienen objetivamente más dificultades para integrar, aceptar e identificarse con sus rasgos que los niños inmigrantes que viven con personas cuyo aspecto físico es el mismo.
  • Más atención para quien necesita más cuidados y protección por su vulnerabilidad. Más tiempo, más recursos. Es una evidencia innecesaria decir que todos los alumnos y alumnas no precisan de la cantidad y calidad de atención. No sirve, ni es justo el argumento constantemente oído por las familias adoptivas “es que en el aula, hay otros 22 niños y niñas”.
  • Es muy importante poner las exigencias y expectativas en su sitio. Los adultos deben tener una visión realista de las capacidades del niño o alumno vulnerable y adecuar las tareas a las posibilidades y capacidades reales de los niños y no pedirle aquello que no puede aportar en la medida deseada. Nos referimos a la atención y concentración, la contención emocional y autocontrol, la autonomía para el ejercicio de tareas, la comprensión de los acontecimientos, relaciones sociales “propias de la edad”, gestión de agendas y de comunicación familia-escuela, confesión de la verdad a ultranza, “buen comportamiento”…
  • Muchos niños adoptados se quejan con razón de agendas cargadas de actividades extraescolares y de recuperación o refuerzo. Es el viejo refrán de “si no quieres taza, taza y media”. A los escasos dos años de Primaria les tenemos ya hartos, agotados y saturados. La fórmula no puede ser otra que “menos tareas y actividades extraescolares y más éxitos, refuerzos y disfrute”. Hay que aligerarles la agenda y procurar que las tareas diarias no se conviertan en una fuente de desmotivación para el aprendizaje, ni de infierno familiar diario.
  • Es importante no recurrir excesivamente a la crítica, el reproche, la descalificación, el castigo o la separación del grupo; despiertan al “monstruo del abandono” que todo niño adoptado lleva consigo, el cual le hace más vulnerable y le fragiliza. La seguridad emocional y sentirse aceptado, entendido y contenido promoverá sus aprendizajes y le permitirá controlar mejor sus comportamientos disruptivos.
  • Las familias siempre quieren lo mejor para sus hijos e hijas. Con frecuencia sus expectativas de mejora son irreales y alimentan actitudes negadoras de la condición adoptiva de sus hijos y de las secuelas del pasado no compartido. Con frecuencia hay que contener e incluso orientar y derivar a especialistas en adopción a los adoptantes. Los derechos de los niños y niñas siguen teniendo prioridad ante los deseos irreales que puedan tener sus adoptantes.

GUÍA ADOPTIA PARA PROFESIONALES DE LA ENSEÑANZA

En la primavera de 2007 saldrá a la luz una guía sobre postadopción para profesionales, especialmente del ámbito de la Enseñanza y de la Educación Social. Es una guía breve, que no debe suponer más de 1 hora de lectura. Es la segunda guía de la serie Adoptia. Está subvencionada por la Consejería de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco y se distribuirá por diferentes canales del ámbito de la Educación y de los Servicios Sociales. No es una guía con recetas pedagógicas, tan solo pretende dar pistas para comprender y entender las dinámicas individuales, familiares y sociales que la adopción imprime a la experiencia del alumno adoptado. Su idea central es el reconocimiento del alumno adoptado como un niño o una niña víctima del abandono y de las circunstancias en que dicho abandono se produce. Como consecuencia de esta experiencia de abandono, de las secuelas dejadas por el trato inadecuado durante periodos importantes de su desarrollo y de la progresiva toma de conciencia este alumno parte con desventajas importantes que generarán dificultades en todos los ámbitos de su vida escolar y de muy diferentes maneras. Explica como son estos alumnos y por qué. Señala sus dificultades en el ámbito escolar como producto y secuelas del abandono y las condiciones en que este se produjo y propone actuaciones que facilitan la atención escolar de este colectivo atendiendo a sus necesidades socioemocionales específicas. En cierta medida invita a una escuela más inclusiva que integradora, donde se respete la idiosincrasia de este colectivo tan dispar como necesitado de comprensión y aceptación.
Muchas gracias por su atención.   Correo Electrónico :             javiermugica@agintzari.com
Paginas web :  www.agintzari.com   www.adoptia.es (en preparación)

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